A los 73 años, falleció un hombre que fue jugador, técnico y dirigente de Atenas. Uno de los impulsores de la Liga Nacional.
Su apellido, casi indescifrable para el común de los mortales, fue sinónimo de básquetbol en el ambiente de ese deporte. Antonio Brkljacic, que en Atenas hizo “folklore, tango y jazz”,
como le gustaba decir para presumir de su propia versatilidad, falleció
esta madrugada, a los 73 años. Su ausencia abrirá, sin dudas, un vacío
inmenso en el básquetbol argentino.
Hijo de inmigrantes croatas, “el Tono” fue uno de los impulsores de
la actual Liga Nacional y un pilar reconocido del crecimiento de nuestro
básquetbol, que lo vio transitar durante más de medio siglo en sus
distintas versiones con las que mantuvo su vínculo con el deporte que lo
atrapó. Fue jugador, técnico, buscador de talentos, dirigente, jefe de
equipo y era el actual mánager de los griegos.Abrazó su pasión por la “naranja” en las canchas de tierra al aire libre, en Rieles Argentinos, y enseguida pasó a Atenas para iniciar una carrera que lo mantuvo vigente hasta sus últimos días. Una medallita con el escudo ateniense y la leyenda “campeón infantil 1953” fue, entre sus innumerables trofeos, la “joya” que atesoró con más celo.
Fue un auténtico embajador del club en cada rincón del mundo en que se presentaron los griegos en las últimas tres décadas. Sembró amistades y relaciones en un medio competitivo en el que suele brindarse condiciones para que afloren las rivalidades y diferencias. “El Tono”, en cambio, siempre defendió los colores de Atenas como un caballero.
Como jugador fue dirigido por su ídolo, Pedro Bustos, y por otro referente del básquet de entonces, Jorge “el Negro” Martínez. Integró una camada de grandes jugadores junto a Eder Baralle (fallecido el mes pasado), Miguel Aquines, Oscar Lossani, Alejandro Wamba, Miguel Coll, Lolo Sotomayor, entre otros, en una época en que a Atenas se le hizo imposible mantener en la cúspide: era la hora de Los Cóndores, Universitario y, sobre todo, “las Estrellas Blancas” de Juniors.
Todo lo que no pudo ganar como jugador le “abundó” en sus siguientes pasos. Fue campeón como técnico de los verdes en 1976 y con la creación de la Liga Nacional, ya como dirigente, no le alcanzaron los dedos para tantos anillos. Participó de la histórica consagración en el McDonald’s Championship y poco tiempo después, por iniciativa del presidente del club, Felipe Lábaque, recibió un homenaje en vida, cuando la presidencia y sala de trofeos fue bautizada con su nombre. Ese fue el recinto que más satisfacciones le dio: allí invertía varias horas sacándole brillo a las incontables copas ganadas por los griegos desde 1985.
A la “caza” de jugadores para su Atenas, se le escapó la mejor presa: Emanuel Ginóbili. El mismo “Manu” se lo reconoció a La Voz del Interior, en noviembre de 2005: “Una vez ‘el Tono’ me habló para saber si me gustaría jugar en Atenas. En aquellos días yo ya tenía medio decidido jugar en Europa. Fue un diálogo informal entre él y yo, después de un partido, y me llegó en un tiempo de mi vida en que yo ya no quería quedarme en el país”.
En los últimos días, con una enfermedad que lo venía minando de a poco, sólo asistía como espectador a los partidos de local en el Cerutti. Le costaba digerir las derrotas, aunque las “pálidas” tampoco lo hacían desertar. Acompañó a Atenas hasta sus últimos días.
Descansa en paz, Antonio. El básquetbol ya te extraña.
Sus restos son velados desde las 12 en Casa velatoria Caruso, sita en Juan B. Justo 2306. Desde allí, sus restos partirán mañana, a las 11, rumbo al cementerio parque Los Álamos, camino a Colonia Tirolesa.
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