viernes, 6 de enero de 2012

El básquet argentino es centenario

No existe la fecha precisa, pero se sabe que en 1912, hace exactamente un siglo, el básquetbol llegó a nuestro país. Fue la Asociación Cristiana de Jóvenes (Young Mens Association), la misma entidad que lo había creado en Estados Unidos hacia 1891, la encargada de hacerlo desembarcar en Buenos Aires y el profesor Paul Phillips el primer director de su Departamento de Educación Física. El germen del nuevo deporte estaba sembrado y rápidamente comenzaría a desparramarse por todo el suelo argentino.
A la provincia de Córdoba llegó, según testimonios gráficos, cinco años más tarde. La ciudad de Río Cuarto debe ser considerada la verdadera cuna del básquetbol cordobés. Medió en ello la presencia de Carlos Francisco Yoder, un religioso estadounidense pastor de la iglesia evangélica. Nacido el 26 de marzo de 1873 en Ohio, Yoder había apreciado el básquet y su amplia difusión en su país natal. Trajo consigo el reglamento, el croquis de la cancha y años más tarde, Río Cuarto lo albergó para cumplir su tarea evangelizadora. Yoder poseía vastísima cultura en literatura y ciencias naturales que le posibilitaron ejercer la docencia en el Colegio Nacional de Río Cuarto.
En 1917, en el patio de la Iglesia Evangélica de los Hermanos donde cumplió su alto ministerio, construyó el campo de juego en Rivadavia y Avenida General Roca y pronto darían forma a una entidad: la Asociación Atlética Hombres Jóvenes.
En la capital cordobesa, el básquetbol comenzó a ganar espacio entre los sportsmen de los años ‘20. El Club Pedestre Velocidad y Resistencia, sito en Alta Córdoba, insertó el nuevo deporte en el ámbito capitalino. La esquina de las calles Arellano y Coronel Olmedo, propiedad de uno de los socios del club, fue rápidamente acondicionada.
En agosto de 1922 se construyó la primera cancha en condiciones escasamente reglamentarias: los asociados del Alta Córdoba Tennis Club (antecesor directo de la Asociación Deportiva Atenas) colaboraron para su construcción. No conocían demasiado sobre el nuevo deporte, ni perseguían propósitos de difusión. Sólo lo practicaban como un complemento ideal que les permitiese mantener un buen estado físico para jugar al tenis, otro deporte que contaba con numerosos seguidores. Enseguida se sumarían Talleres, Instituto y el club Los Gigantes y más tarde Fomento (de barrio San Vicente), Córdoba Sport Club y Belgrano.
Recuerdo de época
Alfredo Lambert, uno de los primeros basquetbolistas con que contó nuestro medio, recordó en un reportaje concedido en 1942: “El conocimiento de la técnica del juego y su reglamento pecaba de insuficiencia, pues estaba limitado a interpretaciones personales por falta de relaciones con otras entidades que ampliaran las someras nociones que se poseían”.

“Improvisándose tableros humanos –evocaba Lambert– los aficionados Marek y Bandieri (con estatura superior a 1,90) formaban un aro con sus brazos, por donde debía pasar el balón al declararse el tanto. ¡Cuántas veces la pelota hizo tablero en las sufridas caras de estos pioneros del básquet! Pero no se inmutaban, había que sacrificarse por la causa”.
El 17 de mayo de 1924, La Voz del Interior ya daba amplia difusión de improvisados campeonatos, a la vez que lanzaba una serie de notas para explicar las reglas de juego. “El club Talleres, deseoso de dar realce a este caballeresco juego, ha organizado un campeonato interno a jugarse en su field, sito en los talleres”, comentaba el artículo, que también daba a conocer los planteles y sus basketers.
Varios de ellos eran ya reconocidos jugadores de fútbol de la Primera División de los “tallarines”, como Ernesto Pieri, Félix Rossetti, Pedro Falco y Horacio Salvatelli. Estaba claro que, por aquellos años, el básquetbol sólo era un complemento del fútbol. “Resulta simpática la iniciativa de difundir de esta manera deportes que ya deberían tener mayor arraigo en nuestro ambiente, sobre todo el basket-ball que tanto contribuye al entrenamiento del footballer”, concluía la nota. También se informaba que el acceso a la cancha era gratuito y que el club había previsto, además, un lunch para los invitados.
El básquet ya había ganado la calle. La pasión del deportes del aro y la pelota estaba entre nosotros.

FUENTE Mundo DMundo D

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