El técnico, uno de los líderes como jugador en la etapa dorada del club de Mestalla de las finales de Champions y los éxitos con Benítez, toma el parón liguero con buenas sensaciones
Día 10/09/2012 - 21.50h
Reposado sobre un asiento en el mini estadio de la Ciudad Deportiva de Paterna, Mauricio Pellegrino
(Leones, Córdoba, Argentina, 5/10/1971) muestra su lado más humano. El
entrenador del Valencia es persona reflexiva, de claros fundamentos
personales, que tiene bien fijadas sus prioridades. Antes que nada está
su familia, que recientemente se ha ampliado con su primera niña. Con el
parón liguero viaja a Argentina a conocerla.
—Enhorabuena por su nueva paternidad.
—Muchas
gracias. Tuve el cuarto. Tengo tres varones y una niña. Tener una
familia es lo más bonito que me pasó en la vida. Son mi máximo deseo.
Son quienes me han hecho crecer mucho como persona. Y quienes me han
sacado de tanta tontería.
—¿A qué se refiere con «tanta tontería»?
—Cuando jugaba mis hijos me ayudaron mucho a madurar, a conocer realmente lo que era y es importante para mí.
—Diferentes etapas de la vida, ¿no?
—Las personas siempre somos distintas todos los días y vamos cambiando de ideas todos los días. Por suerte.
—¿Cómo
concilia la vida familiar con la vida profesional del fútbol con los
entrenamientos, los partidos, los viajes, los cambios de residencia?
«Hemos hecho buenos partidos contra el campeón y el mejor equipo de todos los tiempos»
—Le
han seguido a todas partes. Barcelona, Valencia, Liverpool, Vitoria, de
nuevo Liverpool, Milán, regreso a la capital del Turia.
—El
pasado año estuve todo el año en Argentina. Cuando terminamos en Milán
con Rafa, me quedé el resto del año por el curso escolar y luego fuimos a
Argentina. Es una profesión un poco nómada. Pero mis hijos todavía
están en una edad donde pueden adaptarse más fácilmente; quizás sería
más difícil al llegar a la adolescencia. No es fácil, pero siempre están
ahí.
—¿Quién es Mauricio Pellegrino?
—Primero
soy hijo, soy padre, soy marido. Esto es lo más importante. Y después
persigo mi hobby, que es lo que hice toda la vida. El fútbol para mí ha
sido una vocación temprana y aquí estoy.
—Profesión y hobby.
—Cuando
algo no te gusta es difícil que le puedas dedicar mucho tiempo. No veo
para nada saludable sufrir todo el tiempo con algo. Tiene que ser algo
más de vocación y de amor por lo que uno hace.
—Le escuché decir en una ocasión que lo suyo con el fútbol es una obsesión.
—Lo
que quise decir con eso es que a veces cuando a uno le gusta algo, sea
una profesión, un hobby, pierde la noción del tiempo. Si te gusta por
ejemplo ver películas antiguas, puedes verte tres o cuatro y se te pasa
el día. O el charlar con amigos. En las cosas que uno disfruta pierde la
noción del tiempo. Y a mí me sucede eso con el fútbol.
—¿Fuera del fútbol con qué disfruta?
—Por
suerte con muchas cosas. Y en muchas ocasiones es con las cosas más
sencillas, más básicas,… me colman y por suerte las tengo.
—¿Qué principios rigen su vida?
—Creo
que es conseguir hacer un mix entre lo que quiero y lo que puedo; entre
mis deseos y mis oportunidades. Y después tratar de que todo eso sea
ecológico con mi familia. Si yo para ser feliz tengo que estar en el
Sahara, pero no es igualmente feliz para mi familia, pues no tiene
ningún sentido.
—Si regresa a sus primeros momentos golpeando un balón, ¿qué ha llegado a hacer usted para jugar a fútbol?
«Mi mujer ha sido muy fuerte con todos los cambios y mis hijos se adaptarán»
—¿Qué sensaciones le vienen a su mente?
-Recuerdo
mucho amor por lo que hacía. Jugar horas y horas. Y sin darme cuenta
pasarla muy bien. La gente de los pueblos estamos todo el día en la
calle. Recuerdo salir del colegio, marcharme de casa a la una y volver a
las nueve. Por eso mismo un jugador de antes podía, sin entrenar, hacer
deporte en la elite, porque estábamos todo el día moviéndonos. Esto no
pasa hoy con los niños.
—¿Demasiado tiempo con los ordenadores, las consolas,… y no tanto haciendo deporte?
—Ha
cambiado todo mucho. Nuestra generación ha tenido un cambio muy brusco.
Un amigo mío dice: «Somos una generación sándwich; nos oprimían desde
arriba nuestros padres, y ahora desde abajo nuestros hijos». Nuestros
padres nos exigían mucho y ahora nuestros hijos tienen acceso a todo.
—¿Se intenta hoy dar todo lo posible a los hijos incluso hasta el exceso?
—Yo
hago lo posible para dar la mejor educación, pero lo cierto es que ser
padre es muy difícil. Recuerdo una nota a Tony Blair. Se hablaba de que
su hijo había tenido un problemilla. Y un periodista le preguntó que si
no le daba vergüenza que siendo primer ministro su hijo hubiese tenido
esa actuación. Y Blair contestó: «Es más difícil ser padre que primer
ministro». La gente tendemos a ver lo malo de los demás y no lo propio.
—¿Qué tal estudiante fue?
—Fui
bastante inconsciente en mi época de estudiante. Nunca me encontré en
un contexto que captase mi atención. Me aburría. Me arrepentí de ello
con el tiempo. Si volviese hacia atrás me hubiese gustado encontrar la
manera de que me hubiese despertado el interés. Pero sí tuve algunos
profesores que me hicieron ir a escuela con interés, con ganas. Cuando
uno es niño o adolescente no depende sólo del niño, sino también de lo
que tenga delante. Luego, cuando terminé la escuela secundaria quise
probar con el tema del fútbol. Mi hermana por ejemplo sí hizo la carrera
de Educación Física.
—Dice que se ha arrepentido en algún momento. ¿Ha podido recuperar el tiempo perdido?
—Creo
mucho en la formación a todos los niveles. Y trato de aprender todos
los días. He tenido una escuela en todos los lugares en los que he
estado por encima de lo que he estudiado.
—¿Qué visión tiene de la situación de crisis general que existe?
—Depende
de para qué mundo. Siempre hubo tiempos difíciles en todos los lugares.
Y también buenos. Cada persona es un mundo. En España hay gente por
desgracia con muchos, pero al tiempo que hay gente a la que parece que
no le toquen los problemas sociales. Igual pasó en Argentina o en todos
los lugares. La realidad es diferente depende del lugar donde te toque.
Si eres un niño nacido en Somalia tienes una realidad y si eres un niño
nacido en el centro de Valencia va a ser diferente.
—¿Qué es lo que más le irrita?
—Nosotros
no podemos cambiar todo lo que vemos. Lo que intento aprender es a
cambiar mi contexto. El de mi familia y el mío. Los que cambiamos
siempre somos nosotros; las cosas siempre son iguales. La cuestión es
cómo las veamos.
—¿Cuándo se dio cuenta de que el fútbol iba a ser su camino?
—En
realidad nunca me proyecté más allá de cada mes, de cada año. Siempre
fui sorteando etapas. Me las fui encontrando, me fui sorprendiendo,
aprendiendo, chocando, defraudando,… pero nunca me proyecté más allá. Ni
me plantee ver mi vida como un futbolista en mi niñez. Simplemente
jugué por intuición, por que se dio, porque me dieron la oportunidad.
—¿Con quién o dónde se ha enriquecido más en su formación como futbolista?
—Sobre
todo cuando dejé mi pueblo para irme a Buenos Aires. Creo que fue la
etapa más dura de mi vida y a su vez, con el tiempo, la mejor. Aprendí a
alejarme de mi familia, a vivir de un pueblo de ocho mil habitantes a
una ciudad enorme como Buenos Aires. Allí viví en una pensión. Estuve
entre los 16 y los 19 años y me sirvió para mi aprendizaje vital y no
sólo en lo deportivo. Tuve muchas personas con las que puse todos los
sentidos para aprender, porque era lo único que tenía. A esa edad los
entrenadores de fútbol eran lo más importante.
—Más tarde llegó a Europa.
—Fue
una nueva etapa, pero estaba más hecho. En Valencia, he disfrutado
mucho de mi profesión, me he sentido pleno, he conocido a otros
compañeros. Sería injusto si me refiriese a algunas personas en
concreto. No he tenido muchos amigos, pero han sido buenos. Mantengo una
relación con mis amigos de siempre de mi pueblo. Y la profesión me ha
regalado muchas experiencias personales.
—¿Su etapa como jugador en el Valencia es hoy por hoy la mejor?
—A nivel deportivo sí. Y a nivel familiar también. Aquí nacieron tres de mis cuatro hijos. Es el lugar donde tengo más arraigo.
—¿Cómo gestionó el momento de colgar las botas y decidir su camino?
—Sabía
que al menos iba intentar trabajar en algo que mi hiciera feliz. Y eso
era y es el fútbol. Sí me costó retirarme porque yo no me quería
retirar. No decidí retirarme, sino que el fútbol me dejó a mí. El último
año, cuando vine del Alavés, estuve entrenado con toda la ilusión hasta
el 31 de agosto, hasta el último día, pero no estaba dispuesto a
mudarme. Mis hijos no lo pasaron bien en Vitoria y quería jugar en la
Comunidad Valenciana. Tuve alguna oferta para jugar en Argentina. Pero
ya llegó el momento en que mi mujer me dijo que ya estaba y que había
jugado bastante durante 16 años en la elite. Los primeros meses fueron
de ansiedad de pensar qué hago con esta energía. Recuerdo que empecé a
ayudar en un equipo en la L’Eliana. Luego llegué a las categorías
inferiores del Valencia.
—¿Y los cursos de formación entrenador cuándo los desarrolló?
—Ya
los había empezado en el año 99. Cuando me retiré ya tenía acabado el
nivel 2. Jugando en el Alavés viajaba tres noches a la semana a Bilbao y
me saqué el segundo nivel. Luego terminé el nivel 3 en Madrid.
—Ya actuaba como una extensión del entrenador dentro del campo.
—Actuaba como podía (ríe). Reconozco que sí era bastante pesado. Siempre quería que la gente viviera el fútbol como yo y era pesado.
—¿Y ahora como entrenador lo es?
—Quizás ahora pienso más en todos y menos en mí.
—Su formación siguió con la llamada de Benítez para irse al Liverpool.
—Con
Rafa hablaba siempre ya como jugador de futbolistas, de fútbol
argentino,… teníamos un buen diálogo. Y me eligió para ir a trabajar con
él.
—¿Cómo fue su etapa en el Liverpool y el Inter?
—Fue
una etapa de mi vida muy bonita a nivel humano y profesional. Conocí
otras culturas, otras ligas,… En el Liverpool ya había jugado y conocía a
muchos compañeros.
—Fútbol argentino, español, inglés, italiano,… ¿con qué se queda de cada uno?
—Siempre
hay cosas diferentes. Hay que conocer el medio. En cada liga los
jugadores tienen sus peculiaridades, sus costumbres, su formación, sus
hábitos,…
—¿Qué recoge su libro de estilo de entrenador?
—Entiendo
que primero me tengo que adaptar yo a los jugadores y los futbolistas a
mí. Dirijo a personas diferentes, con distintas costumbres, que vienen
de distintos lados, tienen diferentes lenguas, y entre todos
representamos al Valencia. El objetivo es entre todos congeniar una idea
para poder ir hacia delante.
—¿Se entiende la profesión ahora de la misma manera que cuando usted jugaba?
—Muchas
veces se ve al futbolista como que le ha caído todo del cielo. Y se
vincula su vida con el éxito, el dinero, los coches, las mujeres,… Se le
viste ahora al futbolista más de color de rosa que anteriormente. Se
los ha subido de escala mediática mucho más que antes. Pero de fondo, el
que llega viene de un camino de muchos filtros, de mucho sacrificio,…
ellos saben lo duro que es llegar a la profesión y que el fútbol te pone
cada semana en su lugar. Los futbolistas conocen bien las reglas del
profesionalismo.
—¿Qué es lo que no le gusta del fútbol en la elite?
—Todos
somos parte de lo mismo. Usted y yo somos parte de lo mismo, vivimos de
lo mismo. Somos parte de este negocio. El negocio ayuda al fútbol y el
fútbol ayuda al negocio. Lo que pasa es que el fútbol existe antes que
el negocio. Estamos metidos en algo donde hay muchos intereses, como en
la vida misma. Pero donde hay más pureza es cuando empieza a rodar la
pelota. Ahí se mantiene el espíritu original del juego.
—¿Por aquello del espíritu del juego, qué opina de la introducción de nuevas tecnologías en el deporte?
—Veo
bien todo lo que surja para mejorar. Pero cuando uno habla de
introducir tecnología hay que pensar que se se pueda aplicar en todas
las categorías. Quizás lo que se puede introducir económicamente en
Primera o en Segunda no se puede aplicar en Segunda B o en Tercera.
Cuando uno introduce una regla debe ser para todo el mundo igual y en
cualquier país igual.
—¿Cómo recibió la llamada para entrenar al Valencia?
—Braulio
me llamó para que nos conociéramos. Fuimos hablando y a los cuatro días
me presentaron una oferta para trabajar. Fue todo muy rápido.
—Está arrancando su proyecto. ¿Qué primer balance hace llegados al parón liguero?
«Estoy contento con el grupo. Lo único no previsto eran las salidas de Alcácer y Pablo»
FUENTE
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