martes, 11 de septiembre de 2012

Pellegrino: «Tenemos que congeniar una idea para llevar al Valencia hacia adelante»

El técnico, uno de los líderes como jugador en la etapa dorada del club de Mestalla de las finales de Champions y los éxitos con Benítez, toma el parón liguero con buenas sensaciones

Día 10/09/2012 - 21.50h
Pellegrino: «Tenemos que congeniar una idea para llevar al Valencia hacia adelante»
Reposado sobre un asiento en el mini estadio de la Ciudad Deportiva de Paterna, Mauricio Pellegrino (Leones, Córdoba, Argentina, 5/10/1971) muestra su lado más humano. El entrenador del Valencia es persona reflexiva, de claros fundamentos personales, que tiene bien fijadas sus prioridades. Antes que nada está su familia, que recientemente se ha ampliado con su primera niña. Con el parón liguero viaja a Argentina a conocerla.
—Enhorabuena por su nueva paternidad.
—Muchas gracias. Tuve el cuarto. Tengo tres varones y una niña. Tener una familia es lo más bonito que me pasó en la vida. Son mi máximo deseo. Son quienes me han hecho crecer mucho como persona. Y quienes me han sacado de tanta tontería.
—¿A qué se refiere con «tanta tontería»?
—Cuando jugaba mis hijos me ayudaron mucho a madurar, a conocer realmente lo que era y es importante para mí.
—Diferentes etapas de la vida, ¿no?
—Las personas siempre somos distintas todos los días y vamos cambiando de ideas todos los días. Por suerte.
—¿Cómo concilia la vida familiar con la vida profesional del fútbol con los entrenamientos, los partidos, los viajes, los cambios de residencia?
—Ahora no lo sé porque desde que empecé a trabajar acá estoy solo. A partir de la semana que viene, si Dios quiere, vendrán para Valencia. Pero yo he tenido mucho apoyo de mi mujer especialmente. Ha sido muy fuerte en todos los cambios. Y mis hijos, si bien los sufren, también me han acompañado. Ellos saben que son lo más importante para mí por encima de mi profesión. Si ellos no estuviesen aquí posiblemente yo no estaría trabajando aquí.
—Le han seguido a todas partes. Barcelona, Valencia, Liverpool, Vitoria, de nuevo Liverpool, Milán, regreso a la capital del Turia.
—El pasado año estuve todo el año en Argentina. Cuando terminamos en Milán con Rafa, me quedé el resto del año por el curso escolar y luego fuimos a Argentina. Es una profesión un poco nómada. Pero mis hijos todavía están en una edad donde pueden adaptarse más fácilmente; quizás sería más difícil al llegar a la adolescencia. No es fácil, pero siempre están ahí.
—¿Quién es Mauricio Pellegrino?
—Primero soy hijo, soy padre, soy marido. Esto es lo más importante. Y después persigo mi hobby, que es lo que hice toda la vida. El fútbol para mí ha sido una vocación temprana y aquí estoy.
—Profesión y hobby.
—Cuando algo no te gusta es difícil que le puedas dedicar mucho tiempo. No veo para nada saludable sufrir todo el tiempo con algo. Tiene que ser algo más de vocación y de amor por lo que uno hace.
—Le escuché decir en una ocasión que lo suyo con el fútbol es una obsesión.
—Lo que quise decir con eso es que a veces cuando a uno le gusta algo, sea una profesión, un hobby, pierde la noción del tiempo. Si te gusta por ejemplo ver películas antiguas, puedes verte tres o cuatro y se te pasa el día. O el charlar con amigos. En las cosas que uno disfruta pierde la noción del tiempo. Y a mí me sucede eso con el fútbol.
—¿Fuera del fútbol con qué disfruta?
—Por suerte con muchas cosas. Y en muchas ocasiones es con las cosas más sencillas, más básicas,… me colman y por suerte las tengo.
—¿Qué principios rigen su vida?
—Creo que es conseguir hacer un mix entre lo que quiero y lo que puedo; entre mis deseos y mis oportunidades. Y después tratar de que todo eso sea ecológico con mi familia. Si yo para ser feliz tengo que estar en el Sahara, pero no es igualmente feliz para mi familia, pues no tiene ningún sentido.
—Si regresa a sus primeros momentos golpeando un balón, ¿qué ha llegado a hacer usted para jugar a fútbol?
—En mi época de niño, en mi pueblo, recuerdo que vivía en una zona muy futbolera. El equipo de mi pueblo jugaba un campeonato muy bonito que se llamaba «Torneo del interior». Se jugaba un torneo en todo el país. Los equipos iban subiendo por eliminatorias. Y te daba el ascenso a la Segunda división. Y luego uno subía a la Primera. El equipo de mi pueblo jugaba y recuerdo que ya con 15 años entrenaba con el primer equipo. Había sesiones de mañana y tarde. Iba a la preparación por el día, luego a escuela, y por la tarde a entrenar de nuevo. Tengo recuerdos maravillosos de mis inicios. Empecé a jugar bastante tarde. Con 11 ó 12 años. Antes no había fútbol 7 y se jugaba a campo grande.
—¿Qué sensaciones le vienen a su mente?
-Recuerdo mucho amor por lo que hacía. Jugar horas y horas. Y sin darme cuenta pasarla muy bien. La gente de los pueblos estamos todo el día en la calle. Recuerdo salir del colegio, marcharme de casa a la una y volver a las nueve. Por eso mismo un jugador de antes podía, sin entrenar, hacer deporte en la elite, porque estábamos todo el día moviéndonos. Esto no pasa hoy con los niños.
—¿Demasiado tiempo con los ordenadores, las consolas,… y no tanto haciendo deporte?
—Ha cambiado todo mucho. Nuestra generación ha tenido un cambio muy brusco. Un amigo mío dice: «Somos una generación sándwich; nos oprimían desde arriba nuestros padres, y ahora desde abajo nuestros hijos». Nuestros padres nos exigían mucho y ahora nuestros hijos tienen acceso a todo.
—¿Se intenta hoy dar todo lo posible a los hijos incluso hasta el exceso?
—Yo hago lo posible para dar la mejor educación, pero lo cierto es que ser padre es muy difícil. Recuerdo una nota a Tony Blair. Se hablaba de que su hijo había tenido un problemilla. Y un periodista le preguntó que si no le daba vergüenza que siendo primer ministro su hijo hubiese tenido esa actuación. Y Blair contestó: «Es más difícil ser padre que primer ministro». La gente tendemos a ver lo malo de los demás y no lo propio.
—¿Qué tal estudiante fue?
—Fui bastante inconsciente en mi época de estudiante. Nunca me encontré en un contexto que captase mi atención. Me aburría. Me arrepentí de ello con el tiempo. Si volviese hacia atrás me hubiese gustado encontrar la manera de que me hubiese despertado el interés. Pero sí tuve algunos profesores que me hicieron ir a escuela con interés, con ganas. Cuando uno es niño o adolescente no depende sólo del niño, sino también de lo que tenga delante. Luego, cuando terminé la escuela secundaria quise probar con el tema del fútbol. Mi hermana por ejemplo sí hizo la carrera de Educación Física.
—Dice que se ha arrepentido en algún momento. ¿Ha podido recuperar el tiempo perdido?
—Creo mucho en la formación a todos los niveles. Y trato de aprender todos los días. He tenido una escuela en todos los lugares en los que he estado por encima de lo que he estudiado.
—¿Qué visión tiene de la situación de crisis general que existe?
—Depende de para qué mundo. Siempre hubo tiempos difíciles en todos los lugares. Y también buenos. Cada persona es un mundo. En España hay gente por desgracia con muchos, pero al tiempo que hay gente a la que parece que no le toquen los problemas sociales. Igual pasó en Argentina o en todos los lugares. La realidad es diferente depende del lugar donde te toque. Si eres un niño nacido en Somalia tienes una realidad y si eres un niño nacido en el centro de Valencia va a ser diferente.
—¿Qué es lo que más le irrita?
—Nosotros no podemos cambiar todo lo que vemos. Lo que intento aprender es a cambiar mi contexto. El de mi familia y el mío. Los que cambiamos siempre somos nosotros; las cosas siempre son iguales. La cuestión es cómo las veamos.
—¿Cuándo se dio cuenta de que el fútbol iba a ser su camino?
—En realidad nunca me proyecté más allá de cada mes, de cada año. Siempre fui sorteando etapas. Me las fui encontrando, me fui sorprendiendo, aprendiendo, chocando, defraudando,… pero nunca me proyecté más allá. Ni me plantee ver mi vida como un futbolista en mi niñez. Simplemente jugué por intuición, por que se dio, porque me dieron la oportunidad.
—¿Con quién o dónde se ha enriquecido más en su formación como futbolista?
—Sobre todo cuando dejé mi pueblo para irme a Buenos Aires. Creo que fue la etapa más dura de mi vida y a su vez, con el tiempo, la mejor. Aprendí a alejarme de mi familia, a vivir de un pueblo de ocho mil habitantes a una ciudad enorme como Buenos Aires. Allí viví en una pensión. Estuve entre los 16 y los 19 años y me sirvió para mi aprendizaje vital y no sólo en lo deportivo. Tuve muchas personas con las que puse todos los sentidos para aprender, porque era lo único que tenía. A esa edad los entrenadores de fútbol eran lo más importante.
—Más tarde llegó a Europa.
—Fue una nueva etapa, pero estaba más hecho. En Valencia, he disfrutado mucho de mi profesión, me he sentido pleno, he conocido a otros compañeros. Sería injusto si me refiriese a algunas personas en concreto. No he tenido muchos amigos, pero han sido buenos. Mantengo una relación con mis amigos de siempre de mi pueblo. Y la profesión me ha regalado muchas experiencias personales.
—¿Su etapa como jugador en el Valencia es hoy por hoy la mejor?
—A nivel deportivo sí. Y a nivel familiar también. Aquí nacieron tres de mis cuatro hijos. Es el lugar donde tengo más arraigo.
—¿Cómo gestionó el momento de colgar las botas y decidir su camino?
—Sabía que al menos iba intentar trabajar en algo que mi hiciera feliz. Y eso era y es el fútbol. Sí me costó retirarme porque yo no me quería retirar. No decidí retirarme, sino que el fútbol me dejó a mí. El último año, cuando vine del Alavés, estuve entrenado con toda la ilusión hasta el 31 de agosto, hasta el último día, pero no estaba dispuesto a mudarme. Mis hijos no lo pasaron bien en Vitoria y quería jugar en la Comunidad Valenciana. Tuve alguna oferta para jugar en Argentina. Pero ya llegó el momento en que mi mujer me dijo que ya estaba y que había jugado bastante durante 16 años en la elite. Los primeros meses fueron de ansiedad de pensar qué hago con esta energía. Recuerdo que empecé a ayudar en un equipo en la L’Eliana. Luego llegué a las categorías inferiores del Valencia.
—¿Y los cursos de formación entrenador cuándo los desarrolló?
—Ya los había empezado en el año 99. Cuando me retiré ya tenía acabado el nivel 2. Jugando en el Alavés viajaba tres noches a la semana a Bilbao y me saqué el segundo nivel. Luego terminé el nivel 3 en Madrid.
—Ya actuaba como una extensión del entrenador dentro del campo.
—Actuaba como podía (ríe). Reconozco que sí era bastante pesado. Siempre quería que la gente viviera el fútbol como yo y era pesado.
—¿Y ahora como entrenador lo es?
—Quizás ahora pienso más en todos y menos en mí.
—Su formación siguió con la llamada de Benítez para irse al Liverpool.
—Con Rafa hablaba siempre ya como jugador de futbolistas, de fútbol argentino,… teníamos un buen diálogo. Y me eligió para ir a trabajar con él.
—¿Cómo fue su etapa en el Liverpool y el Inter?
—Fue una etapa de mi vida muy bonita a nivel humano y profesional. Conocí otras culturas, otras ligas,… En el Liverpool ya había jugado y conocía a muchos compañeros.
—Fútbol argentino, español, inglés, italiano,… ¿con qué se queda de cada uno?
—Siempre hay cosas diferentes. Hay que conocer el medio. En cada liga los jugadores tienen sus peculiaridades, sus costumbres, su formación, sus hábitos,…
—¿Qué recoge su libro de estilo de entrenador?
—Entiendo que primero me tengo que adaptar yo a los jugadores y los futbolistas a mí. Dirijo a personas diferentes, con distintas costumbres, que vienen de distintos lados, tienen diferentes lenguas, y entre todos representamos al Valencia. El objetivo es entre todos congeniar una idea para poder ir hacia delante.
—¿Se entiende la profesión ahora de la misma manera que cuando usted jugaba?
—Muchas veces se ve al futbolista como que le ha caído todo del cielo. Y se vincula su vida con el éxito, el dinero, los coches, las mujeres,… Se le viste ahora al futbolista más de color de rosa que anteriormente. Se los ha subido de escala mediática mucho más que antes. Pero de fondo, el que llega viene de un camino de muchos filtros, de mucho sacrificio,… ellos saben lo duro que es llegar a la profesión y que el fútbol te pone cada semana en su lugar. Los futbolistas conocen bien las reglas del profesionalismo.
—¿Qué es lo que no le gusta del fútbol en la elite?
—Todos somos parte de lo mismo. Usted y yo somos parte de lo mismo, vivimos de lo mismo. Somos parte de este negocio. El negocio ayuda al fútbol y el fútbol ayuda al negocio. Lo que pasa es que el fútbol existe antes que el negocio. Estamos metidos en algo donde hay muchos intereses, como en la vida misma. Pero donde hay más pureza es cuando empieza a rodar la pelota. Ahí se mantiene el espíritu original del juego.
—¿Por aquello del espíritu del juego, qué opina de la introducción de nuevas tecnologías en el deporte?
—Veo bien todo lo que surja para mejorar. Pero cuando uno habla de introducir tecnología hay que pensar que se se pueda aplicar en todas las categorías. Quizás lo que se puede introducir económicamente en Primera o en Segunda no se puede aplicar en Segunda B o en Tercera. Cuando uno introduce una regla debe ser para todo el mundo igual y en cualquier país igual.
—¿Cómo recibió la llamada para entrenar al Valencia?
—Braulio me llamó para que nos conociéramos. Fuimos hablando y a los cuatro días me presentaron una oferta para trabajar. Fue todo muy rápido.
—Está arrancando su proyecto. ¿Qué primer balance hace llegados al parón liguero?
—Creo que de los tres primeros partidos nos debemos reprochar los treinta minutos del segundo tiempo ante el Deportivo. Nos hicieron dos goles tontos. En general, se han visto buenas cosas. Los goles recibidos creo que han sido consecuencia de muchos detalles ínfimos. Veo al equipo bien. Se ha hecho una buena plantilla, que está trabajando bien. Lo único que no se ha planificado es la marcha de Paco Alcácer y de Pablo Hernández, pero poco hemos podido hacer. En suma, para que vaya bien lo que hay que hacer es ganar y estoy seguro de que el Valencia lo va a hacer. Hemos jugado contra el equipo campeón y contra el mejor equipo de todos los tiempos, ambos llevan muchos años trabajando lo mismo y hemos hecho buenos partidos.
 
FUENTE

Deportes

No hay comentarios:

Publicar un comentario